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El sur de Francia con sus elegantes resorts, tranquilos pueblos, grandes viñedos y playas de arena dorada es un destino muy tentador para pasar las vacaciones. Por si fuera poco, su cocina es extraordinaria: restaurantes con estrella Michelin, guisos reconfortantes caseros, comida callejera típica… Queremos ayudarte a planear una gran ruta gastronómica, así que aquí van algunos destinos del sur de Francia para chuparse los dedos.
Socca en Niza
La socca es una torta crujiente y fina a base de harina de garbanzos
Niza, la capital de la Costa Azul, es un lugar fantástico en el que empezar tu ruta culinaria. Para ir abriendo boca, date un paseo por la Promenade des Anglais y échale un vistazo al famoso Hotel Negresco, que ha alojado a muchos famosos e incluso a miembros de la realeza.
Después, vete a conocer el centro histórico antes de ir a comer. Aunque la salade niçoise es posiblemente el plato más conocido de Niza, no dejes de probar la socca, una especie de torta crujiente elaborada con harina de garbanzos y sazonada con pimienta. Se considera la primera “comida rápida” que llegó a Niza y existen muchas leyendas en torno a su origen. Una historia muy popular la relaciona con una vendedora llamada Theresa que, a principios del siglo XX, vendía socca a los pescadores y trabajadores del puerto. Híncale el diente a la socca en Chez Pipo, cerca de Port Lympia, que lleva preparándola desde 1923. Para dormir, reserva tu estancia en el Hotel 66 Nice.
Tarta tropézienne en St. Tropez
Se dice que Brigitte Bardot bautizó este dulce
La glamurosa localidad de Saint-Tropez se encuentra a aproximadamente una hora y media en coche de Niza. Si tienes tiempo, aprovecha para hacer una parada en Cannes, donde se celebra el famoso festival de cine internacional.
Una vez en Saint-Tropez, prueba la tarta tropézienne, una masa de brioche rellena de crema a la naranja y cubierta con cristales de azúcar. La tarta, que creó el pastelero Alexandre Micka en 1955, debe su nombre a la actriz Brigitte Bardot, que se encontraba en ese momento en Saint-Tropez por un rodaje. Al parecer, el postre le gustó tanto que sugirió que se llamara como la ciudad. Prueba este y otros manjares dulces en la pastelería que lo vio nacer, La Tarte Tropezienne. Después, vete a descansar a La Bastide des Salins, que está en un bonito parque lleno de flores y dispone de piscina al aire libre.
Bullabesa en Marsella
La generosa bullabesa es un básico de la cocina de Marsella
Desde Saint-Tropez tardarás algo menos de dos horas en coche en llegar a Marsella. A medio camino, detente en el parque nacional de Calanques para contemplar el mar azul desde lo más alto de los escarpados acantilados de piedra caliza. Una vez en Marsella, piérdete por las calles del Vieux Port y tómate un citron pressé (una especie de limonada) en un café mientras ves a la gente pasar. Después, acércate a comer a Le Panier, el barrio más antiguo de Marsella.
No te puedes perder la bullabesa. Se trata de un guiso elaborado con distintos pescados y mariscos que se sirve con una mayonesa especiada llamada rouille y picatostes. Prueba la bouillabaisse en el restaurante Chez Michel, que está en primera línea de mar y lleva preparando este plato desde 1946. Para dormir, reserva una habitación en el InterContinental Marseille – Hotel Dieu que se encuentra en un bonito edificio del siglo XVIII cerca del Vieux Port.
Ve en busca de trufas en Cadenet
Ve en busca del “oro negro” francés
Desde Marsella, dirígete en dirección norte hacia el interior. En cuestión de una hora, más o menos, te plantarás en la granja biológica Les Pastras. Si te apetece conocer la vida de Cézanne, puedes parar a medio camino en la ciudad donde nació, Aix-en-Provence.
En la granja Les Pastras, reserva un tour para ir a buscar trufas. Saldrás en pos del escurridizo “oro negro” francés con un cazador de trufas profesional, descubrirás cómo se cultivan las trufas, conocerás el papel especial que juegan los perros que las detectan y, además, te enseñarán a limpiarlas y cocinarlas. Después del tour, disfrutarás de un tentempié con trufas y de una copa de champán. Para dormir, Les Jardins Ajoucadou es una buena opción.
Haz un tour por los viñedos de Châteauneuf-du-Pape
Descubre todo lo que hay que saber sobre el vino tinto de esta zona
En Châteauneuf-du-Pape, a solo una hora en coche hacia el noreste, podrás probar otra delicia. Aunque esta localidad es más conocida por la calidad de sus vinos, también puedes aprovechar para perderte por sus calles medievales, echar un vistazo a las tiendas de artesanía o visitar el castillo.
Si la visita va a ser breve, ve directamente a las bodegas del centro de Chateauneuf-du-Pape para una cata y algo de historia. En el Museo del Vino Brotte te contarán todo lo que debes saber sobre viticultura y podrás ver las herramientas que se empleaban antiguamente en la elaboración del vino, además de poder apuntarte a una cata. Si te quedas un tiempo más por la zona, haz un tour por los viñedos o una cata en una bodega y descubre por tu cuenta qué hace del tinto de este lugar un vino tan especial. Haz noche en el Espace de l’Hers, que tiene una piscina al aire libre muy agradable, antes de regresar a Niza, que estará a menos de 3 horas.
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